
El Ágora
El Ágora en la Historia de la Antigua Grecia
El ágora de las antiguas ciudades griegas era un espacio abierto que servía de lugar de encuentro para diversas actividades de los ciudadanos. El nombre, que aparece por primera vez en las obras de Homero, connota tanto la reunión del pueblo como el entorno físico; fue aplicado por los griegos clásicos del siglo V a.C. a lo que consideraban una característica típica de su vida: su actividad diaria religiosa, política, judicial, social y comercial. El ágora se situaba en el centro de la ciudad o cerca del puerto, que estaba rodeado de edificios públicos y de templos. Las columnatas, que a veces contenían tiendas, o stoae, solían delimitar el espacio, y las estatuas, altares, árboles y fuentes lo adornaban. La tendencia general en esta época era aislar el ágora del resto de la ciudad. Se han buscado etapas anteriores de la evolución del ágora en Oriente y, con mejores resultados, en la Creta minoica (por ejemplo, en Ayiá Triádha) y en la Grecia micénica (por ejemplo, en Tirinto).
En los siglos V y IV a.C. existían dos tipos de ágora. Pausanias, que escribe en el siglo II d.C., llama a un tipo arcaico y al otro jónico. Menciona el ágora de Elis (construida después del 470 a.C.) como ejemplo del tipo arcaico, en el que las columnatas y otros edificios no estaban coordinados; la impresión general que se creaba era de desorden. El ágora de Atenas fue reconstruida con este tipo de diseño tras las guerras persas (490-449 a.C.). El tipo jónico era más simétrico, y a menudo combinaba las columnatas para formar tres lados de un rectángulo o un cuadrado regular; Mileto, Priene y Magnesia ad Maeandrum, ciudades de Asia Menor, son los primeros ejemplos. Este tipo prevaleció y se desarrolló en la época helenística y romana. En este último periodo, el ágora influyó en el desarrollo del foro romano y fue, a su vez, influenciado por éste. El foro, sin embargo, se concibió de forma más rígida que el ágora y se convirtió en un espacio específico, regular y abierto, rodeado de una arquitectura planificada.
El uso del ágora varió en distintas épocas. Incluso en la época clásica, el espacio no siempre fue el lugar de las asambleas populares. En Atenas, la ecclesia, o asamblea, se trasladó al Pnyx (una colina al oeste de la Acrópolis), aunque las reuniones dedicadas al ostracismo seguían celebrándose en el ágora, donde permanecía el tribunal principal.
En Tesalia y en otros lugares se mantenía una distinción entre ágoras comerciales y ceremoniales (Aristóteles, Política, vii, II, 2). En las ágoras muy desarrolladas, como la de Atenas, cada oficio o profesión tenía su propio barrio. Muchas ciudades tenían funcionarios llamados agoranomoi para controlar la zona.
El ágora también servía para las representaciones teatrales y gimnásticas hasta que se reservaban edificios y espacios especiales para estos fines. En Atenas, las mujeres respetables rara vez se veían en el ágora. A los hombres acusados de asesinato y otros delitos se les prohibía entrar en ella antes de sus juicios. Los hombres libres acudían allí no sólo para hacer negocios y actuar como jurados, sino también para conversar y holgazanear, un hábito mencionado a menudo por los poetas cómicos. En circunstancias excepcionales se concedía una tumba en el ágora como el más alto honor para un ciudadano.
Revisor de hechos: Robins