
La Expansión de la Cultura India en el Sudeste Asiático
La penetración de la civilización india fue un fenómeno transformó profundamente la sociedad, la organización monárquica y la vida religiosa de la región del sudeste asiático. Desde entonces, y hasta nuestros días, la cultura india ha seguido siendo un modelo para aquel territorio, la cual ha conservado en su mayoría la religión budista. Esta “hinduización” no se produjo a consecuencia de una implantación política o militar, sino por la penetración pacífica de una cultura que las poblaciones autóctonas adoptaron por parecerles mejor que la que conocían.
Las primeras influencias indias penetraron en el sudeste de Asia a comienzos de la era cristiana. La inscripción más antigua redactada en sánscrito, la estela de Vo Canh, data del siglo III d. de J.C. Los primeros indios que llegaron a los países indochinos fueron, sin duda, mercaderes. La navegación entre la India y China existía desde épocas muy remotas, pero para evitar el paso de los estrechos, los comerciantes indios atravesaban Malasia con sus mercancías y continuaban la navegación por el golfo de Siam. Así, instalaron establecimientos comerciales en las costas indochinas, cuyo tras país les ofrecía una gran variedad de productos. Los textos chinos nos explican que algunos indios se instalaron definitivamente en estos territorios y tuvieron allí descendencia. A su vez llegaron brahmanes, miembros de la aristocracia: según los Anales chinos parece ser que en el siglo V d. de J.C. había más de mil brahmanes de la India establecidos en Malasia. Estos extranjeros desempeñaron muy pronto un papel político; algunos de ellos hicieron que se les reconociese como jefes de un principado; a veces esta toma de poder fue justificada mediante el matrimonio con la hija de un reyezuelo local. Los chinos atribuyen a una boda de este tipo la fundación del reino de Funan, en el bajo Mekong.
Los Anales chinos nos facilitan el nombre y la localización aproximada de varios de los reinos que se constituyeron en aquel entonces. Los cuatro reinos principales eran: Dvaravati, en el sudoeste de la cuenca del río Menam; Funan, en el bajo Mekong, y Champa, en la costa de Vietnam. Veamos su origen y posterior evolución histórica.
En el siglo VII el peregrino chino Hsuan-tsang (Xuanzang) señala la existencia de un reino, al que llama Tolobodi, situado entre Srikshetra y el país que más tarde sería Camboya. Se trata, sin duda, del reino de Dvaravati, nombre sánscrito que podemos leer en algunas acuñaciones de plata. Poco sabemos de los acontecimientos que marcaron la historia de este reino, cuyo centro más importante se erigía en el emplazamiento de la actual ciudad de Nakhon Pathom, lugar donde han sido hallados diversos restos arqueológicos. Algunas inscripciones de este reino correspondientes a los siglos VI y VII están redactadas en lengua mon. Se han encontrado importantes vestigios no tan sólo en Nakhon Pathom, sino también en Lopburi, Uthong y Phong Tuk. Se trata esencialmente de basamentos de monumentos budistas y de “Ruedas de la Ley”, que evocan el Primer Sermón de Buda. El arte de Dvaravati produjo numerosas imágenes del Bienaventurado, así como admirables relieves de estuco. En Phong Tuk el descubrimiento de una lámpara helenística de bronce prueba la existencia de relaciones comerciales con Occidente.
A partir del siglo II d. de J.C. los textos chinos mencionan la existencia de otro estado fuerte, el denominado reino de Champa. Unas inscripciones sánscritas del siglo IV revelan el nombre de su rey: Bhadravarman, que fundó un templo en el emplazamiento de My Son. Las inscripciones emanadas de este rey están escritas en sánscrito y en lengua cham antigua. La capital de Bhadravarman se erigía seguramente en el emplazamiento de Tra Kieu. Los sucesores de este rey se preocuparon sobre todo de escapar a la soberanía china. Cuando, a comienzos del siglo VII, el rey Sambhuvarman se negó a pagar el tributo requerido, un ejército chino tomó y saqueó la ciudad de Tra Kieu. Después del advenimiento de la dinastía Tang, Sambhuvarman envió con regularidad embajadas a China. A mediados del siglo VIII reinaba Vikrantavarman, cuya madre era una princesa Funan, con lo que se establecieron lazos entre los dos reinos. Los chinos nos dan algunos datos sobre los cham, que tenían “los ojos profundos, la nariz recta y prominente, el pelo negro y rizado”. Sus casas estaban construidas de ladrillo. Los textos chinos señalan también el carácter belicoso de los cham y enumeran sus armas: arco y flechas, lanza y sable, así como ballesta de bambú. En los funerales los cuerpos eran incinerados a orillas de un río o del mar, y las cenizas se echaban al agua, según la costumbre india.
Finalmente, en el bajo Mekong, se desarrolló el denominado reino de Funan, cuya fundación sería obra de un brahmán indio llamado Kaundinya. Éste habría llegado al país y se habría casado con la reina. Al parecer, sus sucesores impusieron su soberanía en varios principados, quizás incluso en Malasia. En los años 225 y 245, uno de ellos envió embajadas a la India y a China. En el siglo V debió de llegar a Funan una segunda oleada de hinduización. A finales del mismo siglo, el reino alcanzó su apogeo bajo el reinado de Jayavarman, al que los chinos atribuyeron el título de “Gran rey de Funan”. Sin embargo, en los últimos años del siglo VI, uno de los vasallos de este reino, Bhavavarman, rey de Chenla, país situado en el actual Laos, emprendió la conquista de Funan. A comienzos del siglo VII y tras haber completado la anexión del antiguo reino soberano, Isanavarman constituyó el primer reino camboyano unificado y fundó su capital, Isanapura, en el emplazamiento de Sambor Prei Kuk, al norte del Gran Lago. Sin embargo, cuando su segundo sucesor murió sin heredero, en 681, Camboya se dividió en “Chenla de Tierra”, al norte, y “Chenla de Agua”, en el valle bajo del Mekong.
Conocemos diversos aspectos de la civilización de Funan gracias a los textos chinos y a las excavaciones realizadas en el emplazamiento de Oc Eo, en el delta del Mekong. En este lugar se han descubierto vestigios de un puerto unido al mar por un canal. Se han encontrado objetos que demuestran la existencia de activas relaciones comerciales con China, la India y Occidente: fragmentos de espejos chinos, sellos grabados con caracteres sánscritos, piedras preciosas talladas en hueco de origen helenístico y romano, y también medallas romanas, entre las que figura una de Antonino Pío. Algunos relatos chinos cuentan que ya en aquella época sus casas estaban construidas sobre zampas. Las ciudades estaban defendidas por murallas de madera y tierra. Los habitantes de Funan, “maliciosos y astutos” –según los cronistas chinos–, eran hábiles orfebres y sabían tejer la seda e incluso realizar el brocado. Existen numerosas inscripciones referentes a fundaciones religiosas, y se han encontrado hermosas imágenes brahmánicas y búdicas que datan de los siglos VII y VIII. Los santuarios construidos de ladrillos y cubiertos de elevadas superestructuras no son anteriores al siglo VII. El conjunto más admirable es el que está formado por los templos de Sambor Prei Kuk.
Este breve recorrido por la historia medieval de Insulindia no debe dejar de lado la historia de Malasia. En aquellos momentos, la península de Malaca constituía un lugar de paso del comercio indio hacia Extremo Oriente. No tenemos demasiada información sobre su situación política. En el siglo VII, el cronista Hsuan-tsang (Xuanzang) menciona la existencia del reino de Kamalanka, aunque sin duda existían varios principados más. El sur de la península de Malaca formaba parte del reino de Srivijaya, que ocupaba, así mismo, Sumatra y el oeste de Java. Existen numerosos testimonios sobre el establecimiento del budismo en Malasia en los siglos V y VI. Los chinos describieron las ciudades rodeadas de murallas formadas por empalizadas de madera, cuyas casas eran de ladrillo y estaban provistas de terrazas.
A finales del siglo VIII, el sur de Indochina debió de sufrir una crisis ligada al establecimiento de la dinastía Sailendra en Java central. En Champa, una nueva dinastía, que reinaba también en Panduranga (Phan Rang), tuvo que hacer frente a varias expediciones javanesas, una de las cuales destruyó, en el 774, el templo de Po Nagar, en NhaTrang. La crisis fue aún más grave en Chenla; en circunstancias poco conocidas, le fue impuesta una soberanía, por parte de Sailendra.
A pesar de ello, en el siglo IX, dos soberanos de origen khmer, Jayavarman II e Indravarman, restablecieron la unidad de Camboya y sentaron las bases del poderoso reino de Angkor. Durante la celebración de una ceremonia religiosa en Phnom Kulen, Jayavarman II consagró la independencia de Camboya con respecto a Java, y se hizo reconocer rey cakravartin (monarca universal, según el ideal indio). A finales de siglo, el rey Yasovarman fundaría una nueva capital, Yasodharapura, conocida hoy como Angkor. Esta ciudad estaba construida alrededor del templo erigido en la colina de Phnom Bakheng. Yasovarman había concebido esta capital como una figuración del mundo de los dioses, que debía hacer que su reino fuese inviolable. Después de un breve período en que la residencia real estuvo en Koh Ker (921-944), Rajendravarman trasladó de nuevo el gobierno a Angkor. Este rey, y más tarde su hijo Jayavarman V (968-1001), dotaron el reino de unas sólidas estructuras políticas y administrativas.
A pesar de su supremacía, a inicios del siglo XI Angkor vivió una cruel guerra de sucesión, que terminó con la entronización de Suryavarman I (1002- 1050). El gobierno de este rey y de sus dos hijos, que reinaron sucesivamente, tuvo capacidad para reorganizar las instituciones, realizar grandes obras y extender el reino hasta la cuenca del río Menam, pero se vio turbado por algunas revueltas. Durante primer cuarto del siglo XII, el reino de Angkor conoció una nueva crisis dinástica, que terminó con el advenimiento de Suryavarman II, cuyo nombre está ligado a la fundación del impresionante conjunto religioso de Angkor Wat. Su reinado (1113-1150) fue uno de los más gloriosos de la historia de este reino. La abundancia de las fundaciones prueba la prosperidad del país. El reino de Suryavarman II se extendía sobre una gran parte de la cuenca del Menam, el sur de Laos y quizás el norte de Malasia. Al este, la política de este monarca fue menos afortunada y marcó el comienzo de las grandes guerras contra Champa, en las que se agotaron ambos reinos. Después del fracaso de una tentativa conjunta entre la monarquía angkoriana y los cham contra el Dai Viet (Vietnam), Suryavarman invadió Champa, pero fracasó en su acción y, al parecer, en los últimos años de su vida tuvo que sufrir algunos reveses, tanto militares como diplomáticos por parte de los cham. Después de su muerte, una serie de trágicos acontecimientos conmocionaron Camboya. El sucesor de Suryavarman II fue asesinado por un usurpador, que a su vez desapareció en 1177, en el transcurso de una invasión de los cham, cuando éstos se apoderaron de Angkor, la capital del reino. El sistema político y religioso, instaurado por Yasovarman y consolidado por sus sucesores, se vino abajo. Camboya corría el riesgo de convertirse en un reino vasallo de Champa.
Mientras tanto, el reino de Champa, gobernado, a finales del siglo IX, por Indravarman II, había establecido su capital en Indrapura. En el transcurso del siglo X los cham tuvieron que hacer frente al avance de los vietnamitas, que en 986 incluso consiguieron elevar a uno de los suyos al trono. Esta usurpación no duró más que dos años, pero la lucha se intensificó con el advenimiento de la dinastía vietnamita de los Li. A partir de entonces, los cham no dejaron de retroceder ante sus vecinos del norte. Hay que señalar que ya habían abandonado Indrapura por hallarse ésta demasiado expuesta a los ataques vietnamitas, y habían situado la capital más al sur, en Vijaya (Binh Dinh). En 1044, en respuesta a una incursión de saqueo de los cham, el soberano vietnamita Li Thai-tong atacó Champa por mar, y tomó Vijaya y se llevó a Tonkín cinco mil prisioneros y el harén real. En 1068 una nueva expedición vietnamita acabó con el incendio de Vijaya y la captura del rey. Para recuperar su libertad éste tuvo que abandonar las tres provincias situadas al norte del puerto o paso de las Nubes. En 1103 los cham intentaron recobrar los territorios perdidos, pero sólo pudieron conservarlos algunos meses. La invasión angkoriana del reino de Champa supuso la entronización de un miembro de la familia de Suryavarman II; pero poco después fue derrocado y se restableció de nuevo la unidad cham.
Durante los siglos IX al XII, los principados del norte de la península de Malaca continuaron bajo la influencia angkoriana, mientras que el sur, con el istmo de Kra, formaba parte del reino de Srivijaya. Las relaciones con la India continuaron siendo bastante intensas; una inscripción encontrada en Takua Pa evoca el nombre de un rey pallava del siglo IX. Por otra parte, los Anales malayos conservan el recuerdo de las incursiones chola del siglo XI. En el siglo XII el rey Suryavarman II extendió su soberanía hasta la región de Chaiya.
En lo que hace referencia a Camboya, cabe destacar que su renacimiento fue obra de Jayavarman VII. Después de una época oscura bajo dominio Champa, el reino de Angkor recuperó su independencia. Después de numerosas contiendas militares, el encuentro decisivo entre angkorianos y cham se produjo en una batalla naval que aparece representada en un gran bajo relieve mural del templo de Bayon. En 1181 Jayavarman VII era proclamado rey. La guerra se reanudó en 1190, y en aquella ocasión los ejércitos khmer penetraron en Champa, que en 1203 pasó a ser una provincia del reino de Angkor. A partir de entonces, Jayavarman VII se preocupó principalmente por preservar a su país de un desastre comparable al de 1177 y por reorganizar el estado. El monarca era un ferviente budista, y para asegurar a Camboya una protección inviolable reconstruyó la ciudad de Angkor, cargándola de un simbolismo religioso que hacía de ella, según la cosmogonía búdica, una réplica de la ciudad de Indra, el rey de los dioses. Con esta finalidad, multiplicó las fundaciones religiosas en la ciudad, y construyó la actual Angkor Thom, situada al norte de Angkor Wat. Su trazado, que reproducía la cosmología budista heredada de la hindú, constaba de un recinto cuadrado de unos 4 km de lado, rodeado por un foso de 90 m de ancho, en cuyo centro se yerguía el templo de Bayon. Este impresionante templo contaba con cuarenta y nueve santuarios, coronado cada uno de ellos por una torre de cuatro caras. Las murallas de la ciudad tenían cinco puertas, coronadas con cuatro cabezas monumentales y precedidas de una calzada, bordeada a uno y otro lado por una hilera de gigantes de piedra, que sostenían un naga. El naga es el equivalente del arco iris, el arco de Indra que une el mundo divino con el mundo terrestre. Cerca del templo de Bayon se extiende la Gran Plaza de Angkor Thom, rodeada de templos y de terrazas reales, construidas éstas delante del palacio y en las que sin duda se elevaba la sala de audiencias. Se edificaron otros templos fuera de la capital: por ejemplo, Prah Khan, en memoria del padre del rey, y Ta Prohm, en memoria de su madre. Jayavarman VII hizo instalar cerca de Prah Khan el complejo de estanques de Neak Pean, réplica del lago Anavatapta, un lago mítico del Himalaya que no se secará hasta el fin de los días; la posesión de esta réplica aseguraba a Camboya la misma duración. En la reorganización del país no hay que olvidar la obra humanitaria del rey, que por compasión búdica hizo edificar albergues en los caminos para acoger a los viajeros y mandó construir, equipándolos más tarde, ciento dos hospitales a lo largo y ancho de su reino.
En el transcurso del siglo XIII diversos fenómenos vinieron a modificar las circunstancias políticas y sociales de los estados que se habían organizado durante la Alta Edad Media en el sur y el este de Indochina. La expedición mongol contribuyó, sin duda, al deterioro de sus estructuras, aunque no fue más que una incursión. En cambio, la invasión de dos pueblos llegados del norte, los vietnamitas en la costa oriental y los thai en la cuenca del Menam y en el Laos actual, tuvieron un impacto considerable. El retroceso de los cham ante la conquista vietnamita se había iniciado ya en el siglo XI. La progresión de los thai en el Mekong medio y en la cuenca del Menam, dominada entonces por Angkor, se realizó de manera más pacífica.
En un relieve de Angkor figura entre las tropas de Suryavarman II un contingente de thai al que una inscripción da el nombre de “siam”. La sociedad thai, extraordinariamente jerarquizada, se diferenciaba profundamente de la sociedad indígena. Tras la desaparición del rey Jayavarman VII, en la cuenca del Menam se había mantenido un reino mon, concretamente en Haripunjaya (Lamphun), en el noroeste. Mientras tanto, en el nordeste un rey thai, denominado Mangrai, fundaba una capital en Chiang Rai. En el centro del país y tras la derrota del gobernador khmer, un príncipe thai fundó el reino de Sukhothai. En 1287 Mangrai y el rey de Sukhothai, Rama Khamheng (1278-1318), se encontraron y pactaron una alianza. Quizá la oleada mongol en Birmania no fue ajena a este acuerdo.
En 1292 Mangrai puso fin al reino mon de Haripunjaya y fundó una nueva capital, Chieng Mai. El conjunto de sus estados constituyó el reino de Lan Na, el país del “millón de arrozales”. Mientras tanto, Rama Khamheng extendía su poder a expensas del reino de Angkor. En la estela que hizo grabar en 1292 proclamaba la extensión de su reino de Luang Prabang hasta Ligor, en la península de Malaca, donde los thai habían penetrado desde mediados del siglo XIII. Algunos decenios más tarde, el sur de Malasia, que había permanecido hasta entonces bajo la soberanía de Srivijaya, era anexionado al reino de Sukhothai. En la estela de Rama Khamheng, el texto más antiguo redactado en lengua thai, el rey evoca, al lado de sus conquistas, la invención de la escritura thai y la construcción, en Sri Sajjanalai (Savankalok), de un stupa para albergar una reliquia que había exhumado. En el siglo XIV, bajo los reinados de Lo Thai y más tarde de Lu Thai, el budismo theravada cingalés experimentó un gran desarrollo. Lu Thai fue un príncipe erudito, versado en los textos búdicos así como en los tratados de astronomía. Le debemos una cosmogonía, la Traibhumikatha (Historia de los Tres Mundos). De acuerdo con la cosmología budista, los tres mundos son el deseo sensual, el de la forma y el del mundo informe.
Sukhothai, capital del reino homónimo, era una ciudad rectangular, con un perímetro de más de 6 km, rodeada de triples murallas. En el centro se elevaba Wat Mahadhatu, templo que fue restaurado durante el reinado de Lo Thai. Los edificios de Sukhothai, ya sean de ladrillo o de laterita, conservan con frecuencia una parte de su decoración modelada en estuco. Numerosas estatuas de Buda en bronce pertenecen al estilo de Sukhothai, el primer estilo thai de la cuenca del Menam. La estética de las imágenes de este estilo respeta los cánones y caracteres definidos en los textos búdicos. En Sri Sajjanalai se habían instalado ceramistas chinos cuya producción se exportaba a todo el sudeste de Asia, en particular a Java.
A mediados del siglo XIV un príncipe thai de U Tong, Ramadhipati I, fundó un nuevo reino en el bajo valle del Menam, en Ayodhya (Ayuthia), e impuso su soberanía a Sukhothai. Al sur, el reino de Ayodhya se anexionó Malasia hasta Malaca. Mientras tanto, los soberanos organizaban el estado, y de esa época data una importante obra jurídica recogida en los códigos. En el primer cuarto del siglo XV dos hijos del difunto rey se enfrentaron en una guerra de sucesión, en la que ambos murieron durante un combate a lomos de elefantes. El hermano pequeño de ambos, que en 1424 se convirtió en el rey Boromoraja II, hizo edificar en su memoria uno de los monumentos más considerables de Ayodhya: el Wat Rajapurana. El tesoro descubierto en la cámara subterránea de este monumento contenía piezas de orfebrería admirables. Los reyes de Ayodhya emprendieron, a la vez, campañas contra Camboya y Lan Na. En 1431 Boromoraja II saqueó la ciudad de Angkor. Durante el reinado de BoromoTrailokanat de Ayodhya (1448-1488) se reanudó la lucha contra Lan Na, gobernado entonces por Tilokaraja. Para dirigir las operaciones, BoromoTrailokanat se instaló en Phitsanulok, donde hizo erigir el templo de Wat Mahadhatu para entronizar en él al Phra Jinaraja, una admirable imagen del Buda. En la misma época ocupó el puerto de Tavoy, en la baja Birmania, para tener acceso al océano Índico. Sus dos hijos se sucedieron en el trono de Ayodhya. El más joven, Ramadhipati II (1491-1529), fue el primer rey thai que entró en contacto con los europeos.
Los lao, en cambio, eran una rama del pueblo thai establecida entre la cuenca del Menam y Vietnam, que a su vez se dividió en varias ramas: los Lao Yuan fundaron en el siglo XIII el reino de Lan Na; los Lao Phuan ocuparon la región de Chiang Khong, y otra rama se instaló en el alto Mekong. Estos últimos lao estuvieron en contacto con los khmer de Angkor, que habían extendido su dominio hasta la región de Vientiane, donde fue hallada la estela de los Hospitales de Sayfong. Un príncipe lao del Mekong medio, Fa Ngum, exiliado en la corte de Angkor y casado con una princesa khmer, reconquistó su reino y, en 1353, se hizo consagrar como rey en Luang Prabang, fundando así el reino de Lan Chang, el país del “millón de elefantes”. Al mismo tiempo impuso su soberanía al reino de Chiang Khong. Los khmer, a fin de acabar con la influencia de los thai en el Mekong Medio, ayudaron a Fa Ngum a hacerse con el poder y a mantenerse en él. Fa Ngum hizo venir de Camboya a su guía espiritual, así como a una misión khmer de literatos y artistas, que hicieron penetrar hasta Luang Prabang la civilización angkoriana y el budismo theravada. El hijo de Fa Ngum, Sam Sen Thaï, el “jefe de los trescientos mil thai” (hombres aptos para llevar armas), reorganizó el país y en especial el ejército. En Luang Prabang, en el templo de Wat Manorum, hizo erigir una colosal imagen en bronce del Buda. De esta estatua sólo queda el busto. En el siglo X Lan Chang tuvo que luchar contra Vietnam, cuyo emperador, Le-Thanh- Ton, ocupó Luang Prabang en 1479, pero, a principios del siglo XVI, coincidiendo con el advenimiento del rey Vixunarath (1501-1520), el país se levantó de sus ruinas.
Mientras tanto, en Camboya, la decadencia del reino de Angkor se inició bajo el reinado de Indravarman II, hijo de Jayavarman VII. En 1220 los khmer evacuaron Champa; en la misma época los thai del Menam se declaraban independientes. A finales de siglo, bajo el reinado de Jayavarman VIII (1243-1295), Camboya sufrió el ataque de una reducida tropa mongol, aunque no tuvo más resultado que el envío de un tributo a Pekín. El reino parecía todavía próspero, como lo prueba el relato de Chou Ta-Kuon (Zhou Daguan), que llegó a Camboya en 1296. A mediados del siglo XIV, un último texto epigráfico en sánscrito nos da todavía el nombre de Jayavarman Paramesvara. Después de esta fecha las crónicas camboyanas redactadas a finales del siglo XVII son la principal fuente de información histórica. Estas crónicas señalan una serie de guerras entre los reinos de Angkor y de Ayodhya. En 1431 Angkor fue tomada y su rey asesinado. Sin embargo, el principe heredero, Chau Ponhea Yat, restableció la situación, aunque decidió trasladar la capital y se instaló en Phnom Penh, donde hizo edificar un gran stupa en la loma de tierra que dio su nombre a la ciudad. Tras la abdicación de Chau Ponhea Yat se reanudó la lucha contra Ayodhya. En el siglo XVI Camboya recuperaría la paz y Angkor gozaría incluso de un efímero renacimiento, pero la preponderancia de la monarquía angkoriana no sería ya más que un recuerdo.
No le fueron mucho mejor las cosas al antiguo reino de Champa. En el transcurso de los siglos XIII y XIV Champa se hizo cada vez más dependiente de Vietnam. En el siglo XIV la historia de Champa no es más que una serie de tentativas para desembarazarse de la soberanía vietnamita. En 1326, un rey conocido en las fuentes vietnamitas con el nombre de Che A-nan se liberó de esta tutela. Bajo su reinado llegó a Champa el franciscano Odorico de Pordenone, quien señaló la riqueza del país y la supervivencia de la costumbre india de sacrificar a las viudas en la hoguera de su difunto marido. En la segunda mitad del siglo XIV, un aventurero, Che Bong Nga, tomó el poder y obtuvo una serie de éxitos sobre Vietnam. En dos ocasiones, en 1371 y 1377, saqueó Hanoi, pero en 1389 fue traicionado y asesinado. Las invasiones se repitieron tras la muerte de Indravarman VI (1400-1441), hasta que, en 1471, los vietnamitas ocuparon Vijaya, llevándose cautivos al rey y a su familia. Champa no recuperaría jamás su independencia.
Así pues, a finales del siglo XV el sudeste de la península Indochina se encontraba dividido entre dos hegemonías: la de Vietnam, al este, y la de Tailandia, al oeste.
Nuestro recorrido por la historia del sureste asiático en la Edad Media quedaría incompleto si no dedicáramos nuestra atención a los reinos que se desarrollaron en el sudoeste de la península Indochina, en el fructífero territorio que conocemos como Birmania o Myanmar.
Si bien la prehistoria del territorio birmano es una de las más ricas e interesantes del sudeste de Asia, el período medieval permanece muy oscuro. Las crónicas birmanas son “conjeturales”, y en ellas se encuentran estrechamente mezclados los mitos y la realidad histórica. Pretenden, por ejemplo, que la ciudad de Tagaung se fundó en 850 a. de J.C., sin que nada venga a confirmar este hecho. Birmania, que poseía minas de oro, formó probablemente parte de ese “Quersoneso de Oro” que se asimila a la India transgangética, a la península de Malaca y a Sumatra. A mediados del siglo II d. de J.C., Tolomeo, en sus escritos geográficos, consideraba caníbales a los habitantes del delta del río Irawadi.
A partir de los primeros siglos de nuestra era, la India aportó su arte, su cultura y su religión a la futura Birmania, aunque su penetración se limitó a las costas y a la llanura central.
Dos rutas antiguas pasaban por Birmania: una, terrestre, descrita por los viajeros chinos, que unía, en el norte del país, la India con China, y la otra, fluvial, que partía del emplazamiento de la actual Trat, en el delta del Irawadi, y remontaba el río. Algunas embajadas romanas se sirvieron de ambas rutas.
A inicios de la Edad Media, el territorio birmano estaba poblado por distintos pueblos. Los escritos chinos mencionan, a partir del siglo III, el reino de Linyang, situado en la Birmania central. Más allá de este reino se extendía el pueblo de los pyu, que dominaba el curso medio del río Irawadi.
En el delta de su curso, en cambio, prosperaba un reino mon. Los mon se daban el nombre de talaings, ya que su dinastía real era originaria, según ellos, de Telingana, cerca de Madrás, en la India. Llegados del oeste de China, eran de etnia mon-khmer y de lengua austroasiática. Ocupaban el sur de Birmania y el centro-oeste de Tailandia. El más conocido de los reinos mon de Birmania tenía su capital en Sudhammavati (Thaton), punto clave de la ruta fluvial y marítima hacia China, situada en la desembocadura del Sittang, en el golfo de Martaban. Otro reino mon conocido, el de Ussa (Orissa), tenía como capital Hamsavati (Pegu), fundada en 825.
Los mon, de cultura india, practicaban el budismo theravada. Según la tradición, en 241 a. de J.C. el emperador Asoka habría enviado a dos monjes misioneros, Sona y Uttara, para que predicasen en su territorio.
Los mon, que habían extendido sus tierras hasta Kiaukse, practicaban el cultivo de arrozales, en los que desarrollaron un sistema de irrigación. En sus inscripciones utilizaban una escritura pallava. En su Libro de los caminos y de los reinos, Ibn Jurdadbih, escritor árabe del siglo IX, habla de Raman’n’adesa, el país mon, y menciona el gran número de elefantes que en él había, y señala, entre los principales productos de la región, el algodón, las maderas y los tejidos preciosos.
Finalmente, cabe hablar de un último pueblo, el birmano, originario del noroeste de China, de donde habría sido expulsado, deteniéndose en Nanzhao.
Allí se inició en el cultivo del arroz en bancales, la cría de búfalos y caballos, y sobre todo el arte de la guerra. Nuevamente expulsados por los thai de Nanzhao, se instalaron en Kiaukse, donde entraron en contacto con los mon.
En 849 el jefe birmano Pyinbya construyó un templo en la ciudad de Pagán, su capital. Se trataba de un templo dotado de un único recinto de ladrillo, del que quedan algunos vestigios. Los birmanos creían en los genios protectores (nats) y adoraban a los nagas vivos. Practicaban el trueque sobre la base de una medida de sal. Una serie de usurpadores, que se fueron asesinando unos a otros, se sucedieron en el trono de este todavía incipiente reino de Pagán.
Finalmente, en 1044, y tras haber vencido –según se afirma– al último de los usurpadores en singular combate, Anawrahta tomó el poder. Leyenda e historia se entremezclan para dar la imagen de este gran monarca, que supo extender y unificar el reino birmano. Gracias a él se mejoró la irrigación del país, pero sobre todo, instruido como estaba en el arte de la guerra, Anawrahta reformó el ejército y le impuso disciplina, adoptó nuevas tácticas militares, utilizó la caballería y reforzó la infantería con elefantes. En otro orden de cosas, Anawrahta, que temía la importancia que habían adquirido los sacerdotes Aris, entregados al culto de los nagas, tomó bajo su protección a Shin Arahan, bonzo budista que había llegado del reino mon de Thaton para refugiarse en Pagán, y apoyó al budismo theravada. Entonces Anawrahta solicitó al rey Makuta de Thaton una copia de la colección de escrituras budistas conocida como Tipitaka, pero éste le respondió con insolencia. Furioso, el monarca birmano hizo que su ejército destruyese aquella ciudad y que trasladase a Pagán todas las copias del manuscrito solicitado; por su parte, Makuta, su familia y una población quizá de treinta mil mon, entre los que figuraba una élite de bonzos, literatos, artesanos, etc., fueron obligados a desplazarse a la capital birmana. La llegada de los mon tuvo una influencia beneficiosa sobre la población birmana. El mon se convirtió en la lengua de la corte, y se utilizó su alfabeto para escribir el birmano. La literatura y el arte birmanos también sacaron provecho de ello, todo lo cual impulsó el desarrollo de la civilización en Birmania.
Anawrahta se alió con el reino mon de Pegu, y los otros reinos mon reconocieron su soberanía, por lo que sus reyes fueron sustituidos por gobernadores. El reino de Arakán también se convirtió en vasallo suyo. Llevó a cabo diversas alianzas y recibió juramento de fidelidad de los principes shan; a pesar de ello, Anawrahta estableció una línea de fuertes a orillas de la llanura shan. En 1060 apoyó a Ceilán en su lucha contra los tamiles. En 1071 Anawrahta envió a Ceilán a Shin Arahan, con la misión de reformar al clero; a cambio recibió una réplica “milagrosa” del diente sagrado del Buda. Esta reliquia fue guardada en la pagoda de Shwezigon, alrededor de la cual el monarca hizo erigir altares para honrar a los treinta y siete nats protectores del reino.
Al morir Anawrahta, en 1077, el reino de Pagán, reorganizado y unificado, se extendía desde Bhamo hasta el golfo de Martabán.
Sawlu, hijo de Anawrahta, no tenía, ni mucho menos, la personalidad de su padre, y a consecuencia de ello reinó poco tiempo. El gobernador de Pegu, que se había sublevado, hizo que lo ejecutaran en 1084. El heredero del trono fue otro de los hijos de Anawrahta, conocido como Kyansittha, quien antes de su coronación, en 1086, reconquistó las provincias meridionales e hizo ejecutar al asesino de su hermano. Durante su reinado no se produjeron graves disturbios, y el soberano pudo dedicarse a la unificación de las diversas poblaciones de sus estados. Fue un gran protector de los mon, cuya cultura favoreció, y se interesó por la escritura de la lengua birmana.
Principe muy piadoso, Kyansittha benefició al budismo, cuyas reglas servían de leyes. Para obtener el favor de la divinidad, el pueblo, próspero, multiplicaba las construcciones religiosas y las donaciones al clero. El rey acabó el templo de Shwezigon, que había empezado su padre, e hizo construir la obra maestra del arte birmano, el templo de Ananda. Alrededor del santuario, un friso de mil quinientos ladrillos esmaltados ilustra las jatakas, las vidas anteriores del Buda.
Kyansittha mantenía buenas relaciones con sus vecinos de Asia. Según una inscripción de Prome colaboró en la reconstrucción del templo de Mahabodhi, en Bodh Gaya, en la India. Envió dos misiones a China, en 1103 y 1106. Murió en 1112, a la edad de 70 años. Su hijo hizo erigir en el templo de Myazedi la estela que ha permitido descifrar la lengua pyu.
Alaungsithu, nieto y sucesor de Kyansittha, multiplicó las peregrinaciones y viajó mucho por su reino. Impuso la ley consuetudinaria birmana y, para facilitar el comercio, normalizó los pesos y medidas, reforzando además el control en la ruta de Martabán al Menam. A inicios de su reinado tuvo que reprimir numerosas revueltas, sobre todo en Tenasserim y Arakán. Obra de Alaungsithu son los templos de Shwegugyi y Thatbyinnyu, ubicados en Pagán.
Aprovechando una intriga palaciega, Narathu, segundo hijo del monarca, mandó ahogar a Alaungsithu y se declaró sucesor suyo. El parricida también envenenó a su hermano y mató a la viuda de su padre. Este crimen no quedó sin castigo: el padre de la princesa envió a un vengador, disfrazado de brahmán, que eliminó al asesino (1170). Un hijo de Narathu, Naratheinka, reinó por poco tiempo, ya que los rebeldes le dieron muerte en 1173.
El sucesor fue Narapatisithu, también hijo de Narathu, que reinó durante treinta y siete años (1173- 1210) y supo calmar las discordias. Mejoró la irrigación, sobre todo en los distritos de Kiaukse y Shwebo. Sin embargo, quiso hacer excavar canales en la región de Minbu, y al parecer el rey de los nats se opuso a esta realización. El tabú perduró y se tradujo en una fuerte resistencia popular cuando, unos siglos más tarde, los ingleses concibieron un proyecto idéntico. Narapatisithu hizo construir en Pagán los templos de Gawdawpalin y Sulamani.
El budismo se había visto afectado durante los reinados anteriores. Narapatisithu envió a Ceilán una misión de religiosos, quienes importaron de la gran isla nuevos ritos de ordenación. Todo ello provocó un cisma, del que salió triunfador el nuevo orden, aunque durante casi doscientos años subsistieron algunas antiguas tradiciones.
A su muerte, Htilominlo, “el rey designado por la sombrilla”, tomó el poder en 1210. Según cuenta la leyenda, había sido milagrosamente designado como heredero del trono por la blanca y real sombrilla de su padre. Fue un rey piadoso y también el último de los grandes constructores de Pagán. Terminó el templo de Gawdawpalin, construyó el Mahabodhi, a semejanza del templo de Bodh Gaya, y el templo que lleva su nombre. Bajo su reinado se desarrolló la vida monástica y apareció una abundante literatura de inspiración búdica en lengua mon, birmana y, sobre todo, pali, entre la que cabe destacar una colección de sentencias, el Dhammavilasa Dhammathat, obra de un monje mon.
Htilominlo abandonó una parte de los asuntos en manos del consejo formado por sus cuatro hermanos, en cierto modo un consejo de estado, que probablemente sería el prototipo del famoso hlutdaw, gran consejo de la última dinastía real birmana.
Bajo el reinado de Kyaswa (1234-1250), hijo de Htilominlo, se inició la decadencia del Imperio. El país estaba arruinado, y aunque el rey recuperó tierras que habían sido dadas a los monasterios y luchó contra la criminalidad, no pudo evitar el agotamiento del tesoro real. Arakán y Tenasserim se sublevaron, mientras las incursiones mongoles obstaculizaban los intercambios entre China y la India. El sucesor de Kyaswa, su hijo Uzana, no reinó más que cuatro años, ya que murió accidentalmente durante una cacería de elefantes.
Narathihapati (1254-1287) consumó la ruina del Imperio. Su orgullo era desmesurado, y su piedad, simple ostentación; su conducta arbitraria y brutal indignó a sus vasallos. Una vez concluida la construcción del templo de Mingalazedi, los birmanos afirmaban que “la gran pagoda está construida y el vasto país arruinado”.
En esa época el Imperio mongol se extendía desde el mar Caspio hasta el mar de China, y Kublai Kan había anexionado el reino de Yunnan. En 1271 exigió el pago de tributo de Pagán, que se negó a ello. En 1273 hubo una segunda demanda; contra la voluntad de sus ministros, Narathihapati hizo matar a los mensajeros mongoles, pero Kublai no reaccionó, hasta que Pagán amenazó a los shan de Kaungai, quienes solicitaron ayuda al kan mongol. Entonces un pequeño ejército mongol derrotó a los birmanos (1277). Marco Polo describe el pánico que sembraron los venablos mongoles entre los elefantes del “País de Mien”. Los mongoles se retiraron, pero, en 1283, ante nuevas incursiones de los birmanos, presionaron contra éstos con fuerza y los derrotaron en Kaungsin. Aunque Pagán no estaba amenazada, Narathihapati huyó, enloquecido, al delta. Los mongoles tomaron Tagaung, y los mon y el reino de Arakán se emanciparon. Narathihapati envió su sumisión al kan mongol, que la aceptó; sin embargo, al convertirse en “el rey que huye ante los chinos”, había perdido su prestigio. Cuando volvió a Prome, en 1287, su hijo Thihathu lo hizo envenenar.
Timur (Tamerlán), nieto de Kublai Kan, aprovechó el desorden, se dirigió a Pagán y la devastó. Puso luego en el trono a Kyawswa, único hijo del rey fugitivo que había sobrevivido a una gran matanza. Asi, pues, en Pagán residía un rey sin reino. Tres hermanos shan dictaban la ley en el Norte, mientras que dos soberanos se repartían el territorio mon: Tarabya en Pegu y su aliado Wareru en Martabán. Éste, de origen thai, empleado en el palacio de Ayodhya, había raptado a la hija del rey y, tras refugiarse en Martabán, había tomado el poder en 1281.
Kyawswa reinó poco tiempo. Obligado a convertirse en bonzo, recurrió al emperador de China. Los shan le dieron muerte y devastaron Pagán, donde exterminaron a los chinos, y posteriormente consiguieron la retirada de una expedición punitiva mandada desde China. Uzana, nieto de Kyawswa, fue el último rey de la estirpe de Anawrahta que reinó en Pagán (1325-1369).
En el norte, Thihathu, único superviviente de los hermanos shan, trasladó en 1312 su capital a Pinya, y uno de sus hijos se instaló en Sagaing. Se instauró el desorden, de modo que muchos birmanos y shan se vieron obligados a expatriarse. En 1364 el jefe shan Thadominbya destruyó Pinya y Sagaing, al tiempo que elegía Ava como capital. Este reino siguió siendo tierra birmana, y el birmano, la lengua de las inscripciones y la literatura. El reino de Ava, que buscaba una ruta hacia el golfo de Martabán, reanudó la lucha contra los mon y logró conquistar Prome (Pyin).
En territorio mon, tras haber eliminado a todos los gobernadores, los aliados se convirtieron en rivales. Wareru hizo asesinar a su antiguo amigo Tarabya y pasó a ser el amo del país bajo la tutela nominal de Sukhothai. Decretó entonces una recopilación de leyes, basada en el derecho consuetudinario: el Código de Wareru. Los hijos de Tarabya lo harían asesinar en 1313. Más tarde los mon no supieron defenderse de los ataques del norte y el este. Ayodhya reclamaba Moulmein, Martabán y Tenasserim. En 1319 una incursión siamesa sitió Martabán, y Pegu se convirtió en capital. Por último, Rajadnit subió al trono en 1385 y llegó a ser un gran administrador. Luchó contra Ava y sus aliados, recuperó Martabán y atacó Prome. La rivalidad birmano-mon no se había apagado.
Centenares de birmanos y de shan se habían establecido en Sittang huyendo del desorden. Taungu, aldea fundada en 1280, se convirtió en 1300 en ciudad fortificada, relativamente a cubierto de las incursiones shan y karens. Así, pues, las fuerzas birmanas pudieron reagruparse allí, y Taungu pasó a ser la cuna del segundo Imperio birmano, que surgiría en el siglo XVI.
Autor: Cambó