
Historia del Mediterráneo durante la Gran Guerra (1914-1918)
Aunque la mayor parte de la acción naval en el Mediterráneo durante la Primera Guerra Mundial tuvo lugar en el este y en el Adriático, en aguas que bañaban las costas de los imperios en desintegración de los otomanos y los Habsburgo, todo el Mediterráneo se convirtió en el escenario de la rivalidad entre 1918 y 1939. En el centro de la lucha por el dominio del Mediterráneo se encontraban las ambiciones de Benito Mussolini, después de ganar el control de Italia en 1922. Su actitud hacia el Mediterráneo fue vacilante. En algunos momentos soñaba con un imperio italiano que se extendiera hasta "los océanos" y ofreciera a Italia "un lugar bajo el sol"; intentó hacer realidad este sueño con la invasión de Abisinia en 1935, que, aparte de su pura dificultad como campaña militar, fue un desastre político porque le hizo perder toda la consideración que Gran Bretaña y Francia habían mostrado por él hasta entonces. En otros momentos su atención se centró en el propio Mediterráneo: Italia, dijo, es "una isla que se adentra en el Mediterráneo" y, sin embargo, el Gran Consejo fascista coincidía ominosamente en que era una isla encarcelada: "los barrotes de esta prisión son Córcega, Túnez, Malta y Chipre. Los guardias de esta prisión son Gibraltar y Suez'. Las ambiciones italianas habían sido alimentadas por los tratados de paz al final de la Primera Guerra Mundial. No sólo Italia se quedó con el Dodecaneso, sino que los austriacos retrocedieron en el noreste de Italia, e Italia adquirió gran parte de la Italia irredenta, 'la Italia irredenta', en forma de Trieste, Istria y, a lo largo de la costa dálmata, Zara (Zadar), que se hizo famosa por el excelente brandy de cereza producido por la familia Luxardo. Fiume (Rijeka), en Istria, fue tomada por el ejército privado del poeta nacionalista d'Annunzio en 1919, que la declaró sede de la "Regencia italiana de Carnaro"; a pesar de la oposición internacional, en 1924 la Italia fascista la había incorporado a la patria. Una extraña manifestación, que revela lo importante que era el pasado para el sueño fascista, fue la creación de institutos para promover el estudio serio (y la italianità, 'italianidad') de la historia corsa, maltesa y dálmata.
Palabras clave: Abisinia, Bizerta, Cagliari, islas del Dodecaneso, El Alamein, falangistas, Gibraltar, Istria, japoneses, Cefalonia