
Historia del Subdesarrollo
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Concepto de Subdesarrollo
Véase la definición de subdesarrollo en el diccionario. Y véase la noción y una descripción de subdesarrollo en la plataforma digital.
El subdesarrollo en la segunda mitad del siglo XX
Se han dado numerosísimas definiciones de lo que es y lo que caracteriza el subdesarrollo, e igualmente se han buscado métodos de fácil aplicación que permitieran saber cuándo un país es subdesarrollo o desarrollado. Dentro de esta última línea, se ha usado abundantemente el criterio de la renta per cápita, y así se ha dicho que son subdesarrollados los países cuya renta no supera los 500 dólares por habitante, o que al menos no llega a la cuarta parte de la de EE.UU., etc.
Por lo que se refiere a la definición del subdesarrollo algunos autores lo identifican con una situación preindustrial; otros creen que es la derivación del fenómeno de explotación colonial. Unos terceros piensan que su definición viene dada en relación o comparación con los países desarrollados; así, serían subdesarrollados los que, comparativamente, tuvieran un retraso de las fuerzas productivas y humanas, u ofrecieran una menor comodidad material a sus habitantes. Existen otros autores que creen que el subdesarrollo nació del choque de sistemas sociales diferentes. La pobreza crónica de las masas, o la no utilización racional de los recursos naturales, caracterizarían el subdesarrollo para otros estudiosos.
Pero todo eso es insuficiente, ya que, en realidad, el subdesarrollo es una situación enormemente compleja, producto de la unión de factores económicos, sociológicos y demográficos. Consciente de ello, un gran especialista en el tema, el geógrafo Yves Lacoste, dio en su día una relación de catorce caracteres fundamentales que aparecen en la inmensa mayoría de los países llamados subdesarrollados. Vamos a ir estudiando esos caracteres uno a uno. Conviene no olvidar, para valorar esos datos, el carácter complejo que tiene la realidad a la que designamos con el nombre de subdesarrollo, que resulta del acumularse de factores y no de uno aislado: así, por ejemplo, hay que valorar no sólo la renta per cápita sino su distribución; tener en cuenta que en una región industrial y en una zona agrícola rentas análogas tienen distinto poder adquisitivo; recordar que el crecimiento demográfico incide de distinta manera si la renta nacional es estacionaria o creciente, etc.
Por otra parte, debe tenerse muy presente que existen grados en el subdesarrollo y que la frontera entre subdesarrollo y desarrollo no es fija; concretamente el hecho de que se mencione a un país en las estadísticas que damos a continuación no indica necesariamente que pueda aplicársele en su totalidad el calificativo de subdesarrollado, puesto que puede suceder que el subdesarrollo afecte sólo a un determinado sector, etc. Finalmente, hay que señalar que las cifras que se manejan cambian rápidamente, precisamente porque muchos de estos países están intentando realizar planes de crecimiento; no siempre hay, además, estadísticas actualizadas, tanto por lo que se refiere a la producción y a los recursos industriales y agrarios, como a la alfabetización, nivel de sanidad, etc. Por todo eso, los datos que se dan a continuación sirven más para dar una visión de conjunto que para un análisis científico detallado. Pasemos ya al estudio de los caracteres señalados por Yves Lacoste:
Insuficiencia alimenticia
El hambre es un síntoma que caracteriza a numerosos países subdesarrollados, sobre todo si se entiende no sólo como hambre cuantitativa, sino cualitativa; es decir, no sólo carencia de alimentos, sino uso de alimentos que se caracterizan por su gran pobreza nutritiva. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) consideró en su momento, en la década de 1960, como el mínimo necesario para vivir sanamente aquel régimen alimenticio que diariamente dispone de más de 2.500 calorías. De ahí deduce —deducción que ha sido muy criticada por varios economistas— que el 70 % de la población del mundo no llega a esta cantidad, e incluso ni a las 2.000 calorías; éste era el caso, entonces, de la India, Sri Lanka, Irán, Irak, Libia, la República Dominicana y El Salvador, por poner varios ejemplos de distintos continentes. Eran países que asimismo recibían el mínimo de proteínas animales, no alcanzando los 10 g. diarios.
La FAO creía que el 58 % de la población mundial consumía entonces menos de 15 g. de proteínas animales por día (mínimo vital) y, por tanto, padece un hambre oculta que merma sus facultades físicas y mentales.
Para valorar estas cifras, conviene tener presente que la misma FAO se vio obligada a rectificar los datos sobre calorías y proteínas: si se hubiesen aplicado entonces al Japón, un tercio de la población debería morir de hambre. El error consiste en aplicar el baremo occidental de exigencias calóricas sin distinciones a todos los países o de considerar válido sólo el aporte de proteínas animales, etc.
Recursos descuidados o desperdiciados
Se achaca el hambre a los escasos recursos naturales de los países a los que se califica de subdesarrollados, pero la verdad es que, aunque estos recursos sean mediocres, están peor explotados. Así, por ejemplo, en Iberoamérica el 25 % de la superficie total era cultivable fácilmente y, sin embargo, sólo un 5 % estaba siendo cultivado de hecho y, en más de una ocasión, deficientemente.
En el campo industrial ocurre igual, dejándose sin explotar un potencial que podría serlo fácilmente: no se emplean medios de producción, o se orientan hacia la exportación productos que son necesarios en el país; y todo ello por la carencia de dinero que impide la aparición de un mercado interior importante. «Es, pues, un círculo vicioso característico del subdesarrollo. Este círculo vicioso se puede aplicar también a la pobreza: las gentes son pobres, compran pero poco; producen pero poco; por tanto, siguen siendo pobres» (Yves Lacoste).
Gran número de agricultores con baja productividad
Los países subdesarrollados presentaban en la década de 1960 un porcentaje muy alto de población activa empleada en la agricultura (60 % en América Latina, 70 % en África y Asia); sin embargo, su papel en la renta nacional era muy bajo (73 % de la población agrícola en Argelia producía sólo el 29 % de la renta nacional). Además, tenía una productividad media escasa; frente a 25 q. de producción por Ha. cultivada de maíz en Estados Unidos de América, América Latina proporcionaba 12 q/Ha., y África 8 q/Ha. Mientras que en el Extremo Oriente se cosechaban 16 q/Ha. de arroz, Europa obtenía 45 q/Ha.; la India lograba 7 q/Ha. de trigo, y en Europa se llegaba fácilmente a los 30 q/Ha. En Extremo Oriente una vaca producía por término medio 160 l de leche al año, y en Europa se conseguían ya 1.650 l.
Causas de ello eran tanto la falta de medios técnicos, de capitales, fertilizantes, etc., como de medios humanos, los cultivadores subalimentados, y la rapiña que suponía la usura. En estos países se deben distinguir dos sectores agrícolas diferentes: por un lado, una agricultura tradicional, orientada al autoconsumo y que, por carecer de equipos y medios, tiene una productividad escasa; por otro, una agricultura moderna o colonial, orientada hacia la exportación y que, con buen utillaje y grandes capitales, tiene una productividad elevada. Estos dos sectores son una característica fundamental de todos los países subdesarrollados.
Industrialización restringida e incompleta
Es éste un rasgo muy acusado de estos países, hasta el punto de que se puede llegar a identificar subdesarrollo con no-industrialización. En realidad sí que existe alguna industrialización. Por ejemplo, ya en las décadas de 1960 y 1970 ocupaba en África al 11 % de la población activa, en Asia al 10 % y en América Latina al 17 % (en Europa era entonces de en torno al 42 %); no obstante, el consumo de energía por habitante y año era débil (320 en África, 200 en Asia y 600 en América Latina, frente a 8.000 en EE.UU.).
Pero la industrialización está caracterizada por ser un «fenómeno incompleto, incoherente y no acumulativo». Y ello porque utiliza objetos ya previamente manufacturados en el extranjero, porque no existen empresas que se complementen y porque al importarse las máquinas que se necesitan no se crean nuevas necesidades que provoquen una industrialización más integral. Como en otros sectores, los países subdesarrollados, al no poseer un mercado interior potente, ponen freno a su industrialización. Las únicas industrias viables son las orientadas a la exportación.
Hipertrofia y parasitismo del sector terciario
Es característico de los países subdesarrollados el que su sector terciario o de servicios tenga una proporción de población activa a él dedicada superior al sector secundario o industrial. A pesar de que las cifras de ocupados en este sector eran bajas (14 % en África, 17 % en Asia, 27 % en Hispanoamérica), éstas eran muy superiores a las necesidades reales de cada país. La inflación del sector terciario se ve favorecida tanto por el crecimiento de la urbanización, con la consiguiente masa de parados que ello entraña, y que se ganan la vida como revendedores, intermediarios, chapucistas, etc., como por la importancia del subempleo general.
Las actividades comerciales son muy importantes en estos países, sobre todo la venta de productos importados, por lo que, en ocasiones, los comerciantes impiden que se desarrollen barreras aduaneras para proteger el desarrollo industrial del país, con lo que ello supone de retraso crónico e impide el auge del país.
Situación de subordinación económica
Casi todos los países subdesarrollados se encuentran en una situación de dependencia, política o económica. Y ello debido, por una parte, a que muchas instalaciones industriales, mineras, e incluso agrícolas y comerciales, dependen de extranjeros; y, por otra, a que suelen ser países exportadores de muy pocos productos o monoexportadores.
Así, el 98 % de lo que exportaba Arabia Saudita es petróleo, el 90 % de lo de Chad era algodón; Colombia exportaba café en un 80 %; Venezuela envíaba petróleo en un 92 %, y Honduras exportaba bananas en un 85 %. Ello hace que estos países dependan de los mercados exteriores, y cuando estos productos, que son la base de la economía del país, se venden a un solo cliente, como suele ocurrir, éste controla perfectamente al país productor.
Por otro lado, los países subdesarrollados, exportadores de materias primas, ven cómo su balanza comercial se hace cada vez más deficitaria, al comprobar cómo sus productos han visto disminuir sus precios en un 10 %, mientras que los productos manufacturados que ellos necesitan comprar han incrementado su valor en un 9 %. De ahí el serio planteamiento, efectuado en 1974, de «reajustar» los precios de las materias primas básicas, principalmente el petróleo.
Violentísimas desigualdades sociales
Es característico de todos estos países el contraste entre una minoría rica y la miseria de la mayor parte de la población. «En los países subdesarrollados —se dice a veces—, los ricos son más ricos y los pobres más pobres que en cualquier otra parte». De hecho, la propiedad de las tierras está muy concentrada (en América Latina, el 1,5 % de las explotaciones ocupaban el 65 % de las tierras explotables). Las relaciones entre propietarios y aparceros benefician al primero: así el propietario se quedaba con el 55 % de la cosecha del aparcero en Tailandia, y en la India y el Pakistán con el 60 %. En ocasiones esa situación se ve agravada con la práctica de la usura con intereses desproporcionados, que en amplias zonas del Sudeste asiático llegaba a alcanzar al 200 o 300 %.
Estructuras tradicionales dislocadas
Las estructuras tradicionales se caracterizaban por una economía cerrada, en la que los intercambios eran escasos; la mayor parte de la población vivía en comunidades lugareñas o tribales, que de ordinario casi se autoabastecían con su trabajo. Estas estructuras fueron rotas con la expansión de los sistemas económicos modernos. La imposición del pago del impuesto en metálico obligó a cambiar las condiciones de vida y a salir de la autarquía económica, pues era necesario cultivar productos comercializables para obtener así dinero. La ruptura de esta organización tradicional provoca inmediatamente la ruina del artesanado local, que no puede competir con los productos manufacturados; se reducen los cultivos destinados al consumo y se pierde la cohesión de los grupos. Quedan, pues, numerosos individuos desocupados, lo que, junto a una carencia general de trabajo, convierte a grandes masas en subproletarias.
Amplitud de las formas de subempleo y trabajo infantil
Las causas principales del subempleo en estos países son, por un lado, el desfase entre crecimiento económico y crecimiento demográfico y, por otro, la incapacidad en que se encuentra el sector económicamente moderno de estos países para proporcionar trabajo a los desocupados como consecuencia del deterioro de la agricultura tradicional. Los jornaleros agrícolas suelen trabajar sólo eventualmente; en la India sólo estaban ocupados durante 218 días, en Egipto no más de 160 días, etc. Además, la proporción entre población activa e inactiva en estos países es de 100 por 120, por lo que el peso que tienen que soportar estos trabajadores es muy grande; de ahí la necesidad de que en cada familia trabajen las mujeres y los niños.
«El subempleo es indisociable de la monetarización de los intercambios y los servicios: se da esencialmente en poblaciones colocadas en la obligación de gastar, pero que no encuentran el medio de ganar dinero» (Yves Lacoste). Se da la paradoja —por la razón apuntada al principio— de que el subempleo sea mayor en estos países conforme va siendo más importante el sector de economía moderna, cuya mecanización y exportación de productos lleva al paro a muchos hombres, si no se crean nuevos puestos de trabajo, industrias, mejoramiento de servicios, etc. Además, el bajo nivel de empleo estructural se une al paro coyuntural y al subempleo oculto, en el que se trabaja, pero con una productividad nula.
Escasa integración nacional
En los países subdesarrollados tienen a distinguirse fuertemente el sector capitalista y el subproletario, ya que la masa subproletaria queda fuera de los circuitos monetarios. Hay, pues, una integración ínfima en el plano económico, que se extiende al sociológico y se hace más grave en los países con diferentes etnias.
Graves deficiencias de la población
Las principales son el analfabetismo y las enfermedades epidémicas. La deficiencia de la enseñanza, debida a escasez de maestros y carencia de equipo escolar, llevó a que en algunas zonas de América Latina hubiera un 40 % de analfabetos, cifra que ascendía al 50 % en Extremo Oriente, al 70 % en Asia sudoriental, al 75 % en Oriente Medio, y al 80 % en Asia meridional y África.
La enseñanza, que lleva consigo un aumento de productividad del individuo, se ve dificultada por el trabajo infantil. El estado de salud de estos países ha mejorado a nivel de terapéuticas colectivas, que han hecho bajar la mortalidad en un 40 %. Sin embargo, las terapéuticas individuales, mucho más costosas, permanecen aún en estado deficiente.
Existen en los países subdesarrollados grandes enfermedades epidémicas. Así, el paludismo ha afectado en las últimas décadas a millones de personas, como el pian, la filariosis o el tracoma. Otras enfermedades usuales son la amebiasis, parasitosis, pelagra, beriberi, malaria, cólera, queratomalacia, osteomalacia, el ébola, etc.
Los medios para mejorar esta situación son escasos; así, frente a las 65 personas por cama de hospital en Francia a principios de los años setenta del pasado siglo, en Colombia había 380, 780 en Marruecos, 2.800 en Camboya y 10.000 en Birmania. Los médicos eran (y son) así mismo demasiado pocos, y frente a uno por cada 1.100 personas en Francia, Egipto disponía de uno por 3.500, India 1/5.700, África occidental 1/28.000; 1/57.000 en Nigeria, 1/61.000 en Vietnam, 1/71.000 en Indonesia, 1/90.000 en Camboya, 1/210.000 en Etiopía.
No asimilación del crecimiento demográfico
Siendo estos países zonas de altas tasas de natalidad, la baja de la mortalidad lleva a los países subdesarrollados a un fuerte crecimiento demográfico. La mortalidad ha bajado, por ejemplo en Jamaica, del 28 %o en 1921 al 8,9 en 1961; en Sri Lanka del 29 al 9, en Venezuela del 21,7 al 7. La natalidad se ha mantenido igual e incluso llegó a aumentar; en Colombia se pasó del 28 %o en 1932 al 44 en 1959, en Venezuela del 37 al 50, y en Costa Rica del 41 al 56. Así se conseguían (y, en algunos casos, se siguen consiguiendo) crecimientos vegetativos del orden del 3 % anual en numerosos países: Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Belice, Venezuela, México, Guyana, República Dominicana, Jamaica, las Antillas, Taiwan, Malasia, Sri Lanka, Sudán, Ruanda, etc. Algunos han dicho que el crecimiento demográfico es el culpable del subdesarrollo, lo que se ve desmentido por el hecho de que existen países con altas tasas de natalidad que están en situación de desarrollo y, a la inversa, países subdesarrollados en los que el crecimiento demográfico es bajo: por ejemplo, Nepal, Gabón, Burkina Faso, Angola, Somalia, Camerún, Birmania, Bolivia, entre otros, tenían un crecimiento demográfico inferior al 1,8 % anual.
El lento crecimiento de los recursos de que efectivamente disponen las poblaciones En la mayoría de estos países estaban estancados los recursos, e incluso en algunos se reducían los alimentos disponibles por persona; Argelia tenía 4 kg. de cereales por persona en 1911, y en 1954 sólo 1,3 kg.
Esto se debía, entre otras cosas, a que estos países no invertían más del 5-6 % de la renta, por lo que el aumento del nivel de vida y de los recursos era muy difícil, si no imposible, ya que tenían la necesidad de realizar fuertes inversiones para acoger a la nueva población: los países que aumentaban en un 1 % anual tenían que invertir el 4 % de la renta anual para permanecer igual, y los que crecían en un 2,5 % anual debían invertir el 15 % de la renta.
Toma de conciencia y situación en plena evolución
El contacto con los países desarrollados, y el ver el modo de vida de sus minorías privilegiadas, han hecho que estos países se den cuenta de su miseria; como dice Gunnar Myrdal, «millones de hombres comparan, envidian, esperan, reivindican, se rebelan y reflexionan». Esta toma de conciencia lleva consigo una voluntad de cambio y desarrollo.
Autor: Cambó
Recursos
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Notas y Referencias
Amalia Mauro y Pedro T. Píre (autores originales), adaptado y corregido (por Lawi) de los términos latinoamericanos que debían formar parte del Diccionario de Ciencias Sociales en español de la UNESCO, publicado en 1975 bajo la dirección de Salustiano del Campo y al amparo del Instituto de Estudios Políticos. Es el resultado de la postura crítica y disidente del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) frente al diccionario de la UNESCO y su respuesta con la obra colectiva “Términos latinoamericanos para el Diccionario de Ciencias Sociales”, publicada en 1976.
Basado parcialmente en el concepto y descripción sobre subdesarrollo en la Enciclopedia Rialp (f. autorizada), Editorial Rialp, 1991, Madrid
Traducción de Subdesarrollo
Inglés: Underdevelopment Francés: Sous-développement Alemán: Unterentwicklung Italiano: Sottosviluppo Portugués: Subdesenvolvimento Polaco: Zacofanie gospodarcze
Tesauro de Subdesarrollo
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Véase También
V. t.: HAMBRE; DESARROLLO SOCIAL Y POLÍTICO; DESARROLLO ECONÓMICO; TERCER MUNDO.