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«Para bien o para mal, venga la inundación, la hambruna o el colapso de la sociedad, nos aferramos a nuestra historia en busca de un sentido de identidad y de aquello que nos hace humanos».

- Mackenzie Finklea ("Más allá de las salas: guía para amar los museos")

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"A través de nuestros antepasados podemos ser testigos de su época. O, pensamos, puede que haya algo en sus vidas, la habilidad de un artista o de un agricultor, el afecto por un determinado paisaje, que coincida o explique algo en la nuestra. Si sabemos quiénes eran, quizá sepamos quiénes somos. Y pocas culturas han estado tan obsesionadas por la identidad como la nuestra. Tan aguda es esta fascinación por la ascendencia, que la genealogía se ha convertido en una industria. Las reuniones familiares ahogan el calendario social. Europa se arrastra con estadounidenses en busca de antepasados. Su madre, su cónyuge o sus vecinos están demasiado ocupados para hablar con usted porque están en Internet realizando «búsquedas de herencia». Hemos escalado tanto hacia atrás en nuestros árboles genealógicos que estamos a centímetros de las raíces donde dominan los primates".

- Ellen Meloy ("La antropología de la turquesa: Reflexiones sobre el desierto, el mar, la piedra y el cielo", finalista del Premio Pulitzer)

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“Las reuniones familiares ahogan el calendario social. Europa se arrastra con estadounidenses en busca de antepasados. Su madre, su cónyuge o sus vecinos están demasiado ocupados para hablar con usted porque están en Internet realizando «búsquedas de herencia». Hemos escalado tanto hacia atrás en nuestros árboles genealógicos que estamos a centímetros de las raíces donde dominan los primates".

Pues vaya, no lo había pensado, la verdad.

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Explotación de escritores de Substack por el Washington Post?

Hamish McKenzie, cofundador de Substack y jefe de redacción, escribió en julio de 2024 esto en un post bastante popular y discutido:

“Tomemos como ejemplo a mis compañeros de edificio, el Washington Post. Están llevando a cabo un experimento en el que su sección de Opinión publica piezas que fueron publicadas originalmente en Substack. El Post paga al escritor una tarifa y luego presenta su pieza con un enlace a su publicación en Substack. Las dos primeras escritoras en aparecer son (…). Gracias a este acuerdo, el Post obtiene acceso a voces prometedoras, escritos frescos y una relación amistosa con nuestra empresa, lo que nos hace estar más interesados en hacer lo que podamos para ayudarla a tener éxito. (Ya estamos discutiendo nuevas áreas de cooperación.) Al mismo tiempo, los escritores obtienen un poco de dinero extra, una bienvenida asociación con una marca de noticias de prestigio y la exposición a un público al que quizá no hubieran estado llegando antes. Es difícil encontrar un inconveniente.”

Pues sí que se le encontró tal inconveniente.

Anne Helen (https://substack.com/@annehelen),

autora muy exitosa en Substack y con amplia experiencia periodística, en una nota publicada el siguiente mes, sostiene lo siguiente:

“Vale la pena mencionar aquí = lo que se paga a estos autores para que The Washington Post obtenga la licencia de sus contenidos y se beneficie de ellos (por mi experiencia con el departamento editorial del Washington Post, sin duda es menos de 400 dólares). En mi opinión, esto no es colaboración; es explotación de escritores a los que no tienen que pagar como autónomos normales. Es exacerbar aún más un mercado ya devastado para el periodismo freelance.”

Quién tiene razón?

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Las sociedades han manejado su patrimonio cultural para reflejar su identidad, usando museos, archivos y más. Aunque la idea de patrimonio ha crecido, la antropología nos ayuda a entender los desafíos modernos en su conservación.

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"El patrimonio como como objeto antropológico, conocimiento e imagen de sí mismo." Eso es un buen resumen del artículo.

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